Costumbres Argentinas, el Piquete

 

Drusila

Drusila

Argentina posee variadas particularidades emblemáticas. El mate, el dulce de leche, los alfajores, el colectivo, el tango, que, también son compartidas por otros países de la región.
Pero hay algo que es netamente nacional, bien criollo, bien de aquí, el Piquete.

 

 

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Como no enorgullecerse de semejante invento que se despliega diariamente,y que disfrutamos todos aquellos quienes deseamos por motivos diversos desplazarnos de un lugar a otro. No importa los motivos y urgencias, no importan las obligaciones, y menos el Derecho Constitucional de circular libremente por los caminos de la patria.

Importan esos individuos e » individuas», que, con consignas de las más variadas, sencillamente se plantan como arbolitos improductivos y, como un juego infantil, deciden acá no pasa nadie, y se cumple.

Un piquete es un grupo de personas cuyo número varía de tres a cien, uno más o una menos no hacen diferencia en cuanto al efecto, de buenas a primeras deciden cortar la circulación en avenidas, calles, rutas, autopistas, vías ferroviarias, es decir, lo que sea en donde transite buena cantidad de gentes.
Llegan ordenados ordenadas en buses escolares, o camiones, se abren rápidamente en abanico, y prenden fuego a neumáticos, y ya. El corte sin más esta hecho.

No es raro ver, por ejemplo, diez individuos a veces armados con palos manteniendo a raya a varios miles de automovilistas. Pueden durar un par de horas, o, cuatro días.

¿Quienes forman los piquetes? Hay varias corrientes, pueden ser peticionantes, militantes, protestantes, o festejantes.
En general aquellos que quedan atrapados en el colapso de tránsito no saben bien la razón de la protesta, sólo se sabe que ese camino es intransitable y mansamente buscar alguna alternativa, que siempre es inviable.
La ciudad es llevada a un estado tal que Dante reconsideraría su concepción del infierno si pudiera presenciar eso.

El argentino medio ya toma el piquete como un fenómeno de la naturaleza, no es posible cuestionar una tormenta, o temperaturas altas o bajas, tampoco es posible cuestionar un piquete, sucede y ya.

Y el atasco siempre es monumental, claro que los piquetes se arman en horarios convenientes, esto es entrada o salida laboral, las llamadas horas pico. Y es lógico, no se va a cortar una autopista vacía, en la madrugada.

Ahora, es una imagen llamativa, una docena de personas frenando miles de autos, una sola decisión, un sólo automovilista que avance y ellos deberían hacerse a un lado. Pero, por un extraño motivo eso no sucede. La relación de fuerzas es claramente despareja, los piqueteros no podrían resistir un avance lento y compacto de tantos y tantos vehículos, sin embargo, a pesar del enojo, insultos, nadie hace nada. Se espera, sólo se espera.
Y el caos gobierna al ritmo de bombos y consignas poco poéticas.

El derecho a peticionar, reclamar, protestar es absolutamente válido, pero eso no justifica los métodos. Por un problema de particulares se perjudica a miles. Y lo peor es que esos miles son personas que sólo intentan llegar a sus trabajos, citas, médicos, vidas propias.

Lo interesante de la acción piquetera es que nunca perjudica a los destinatarios de las protestas.

Jamás un piquete actuó directamente sobre el objetivo de la protesta, sea empresa, gobierno,
o cualquier organismo imaginable. Perjudican sólo a los ciudadanos comunes.
Por lo tanto el derecho a protesta queda absolutamente desvirtuado, desempleados que le cortan el paso a gentes que quizá, estén acudiendo a una cita de trabajo. Personas que piden más ayuda estatal en efectivo haciéndole la vida imposible a un obrero que, por llegar tarde, pierde el presentismo. Gente que protesta por cortes de energía eléctrica y castiga a otra gente que padece el mismo problema.

La protesta social es un arma poderosa, cuando se utiliza con inteligencia.
En el caso de los cientos de cortes de camino mensuales el gobierno los ignora olímpicamente, ya que en nada le afecta.

Existe una zona llamada Puerto Madero, donde residen personas de alto nivel, esto es políticos de toda calaña, exitosos, al menos económicamente. Es fácil de cortar, tiene apenas cuatro accesos, y se encierra a, justamente quienes son motivos de protesta. Nunca se ha cortado Puerto Madero. Y geográficamente un piquete allí no molestaría a ningún ciudadano, salvo los sindicalistas, vicepresidente, legisladores, jueces, ministros, intendentes, senadores, funcionarios sin función clara, y distinta fauna.

Nunca se hizo un buen piquete alrededor del Congreso, impidiendo que los señores legisladores salgan y tal vez, de puro aburrimiento, se decidan a trabajar. O a considerar algunas leyes que votaron por órdenes de arriba, y son un compendio de lo absurdo.

Hay días en los cuales se desatan cuatro, cinco hasta diez piquetes simultáneos en distintos puntos del país. Especialmente en las estratégicas avenidas o autopistas de acceso y egreso de la Capital Federal, y sobre todo los puentes, lo cual paraliza toda actividad.
Eso si, las fuerzas de seguridad se hacen presentes, para cuidar a los piqueteros, claro.
Salvo excepciones muy escasas donde la protesta es de desagrado gubernamental, en esos casos se desaloja a los manifestantes en cuestión de minutos.

Argentina ataca siempre. Es un país donde la agresión no sólo se limita a robos y asesinatos.
Agrede en todo, impuestos escalofriantes, servicios obsoletos, sistema sanitario colapsado, injusticias diarias grandes y pequeñas. Argentina tiene garras y dientes, y se revuelve furiosa contra si misma. Argentina es bi polar, porque es al mismo tiempo profundamente cobarde y sumisa.
Argentina duele.

 

Sonia Drusila Trovato Menzel

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