Voces rurales que inspiran: relatos desde la raíz

Las historias que nacen en los pueblos no siempre aparecen en los titulares, pero son las que sostienen la esencia de un territorio. En cada aldea, en cada valle del noroeste español, laten voces que mantienen viva la identidad rural. Son relatos de esfuerzo, de amor a la tierra, de resiliencia, y también de esperanza. Este artículo recoge algunas de esas voces que, desde lo cotidiano, inspiran a quienes aún creen en un futuro posible desde lo local.

 

“Nunca pensé en irme” – Ana, ganadera en Sobrado (Lugo)

Ana heredó de su madre la pequeña explotación de vacuno en la que hoy trabaja junto a su pareja. Con 33 años, es una de las pocas mujeres jóvenes que ha decidido quedarse en su aldea natal. “Mis amigas se fueron a la ciudad, yo me quedé porque aquí está mi vida. No es fácil, pero es real”, cuenta.

Forma parte de un grupo de mujeres rurales que intercambian conocimientos sobre producción ecológica y marketing directo. Venden sus productos en ferias comarcales y online. “Ser rural no es ser antigua”, dice con una sonrisa mientras muestra su nueva página web.

“Volver al pueblo fue mi mejor decisión” – Miguel, informático en Priaranza del Bierzo

Después de más de una década trabajando en Madrid como desarrollador, Miguel regresó al Bierzo en 2020. “La pandemia me hizo darme cuenta de que podía seguir trabajando desde aquí. Ahora tengo internet de calidad y una calidad de vida que no cambio por nada”.

Participa en charlas de centros escolares para mostrar a los jóvenes que es posible vivir y trabajar en el mundo rural sin renunciar a la tecnología. “Conectividad y comunidad pueden ir de la mano”, asegura.

Yuri Franco «somos una solución real, fiable y accesible para disponer de Internet de alta calidad en Valdeorras y el Bierzo»

“El horno huele a infancia” – Maruxa, panadera en Castro Caldelas

Maruxa aprendió el oficio de panadera con su abuela. Hoy, su horno tradicional no solo abastece al pueblo, sino que se ha convertido en un pequeño centro cultural improvisado. “Aquí se viene a por pan y también a hablar, a recordar, a contarse la vida”, dice.

Cada sábado organiza talleres con niños del pueblo y visitantes. Mezcla cuentos con recetas y harina. “Hacer pan es como hacer comunidad”, concluye.

“Yo quiero ser agricultor” – Pablo, 11 años, en A Rúa

Pablo ayuda a su abuelo en la huerta los fines de semana. Dice que cuando sea mayor quiere estudiar ingeniería agraria para mejorar las explotaciones del pueblo. “Me gusta ver cómo crecen las cosas”, afirma con entusiasmo. Su escuela ha incorporado un pequeño huerto donde los niños aprenden sobre agricultura y sostenibilidad.

“La tradición no está reñida con lo nuevo” – Xosé, músico en Quiroga

Xosé mezcla melodías tradicionales gallegas con electrónica en su proyecto musical, que ya ha viajado por festivales de toda España. “La cultura rural no es museo, es presente”, dice con convicción. A través de su música, cuenta historias de sus abuelos, de las ferias, de las noches de invierno con lumbre y tambor.


Un tejido vivo hecho de personas

Estos testimonios son apenas una muestra del alma colectiva del rural. Personas que, lejos de rendirse ante las dificultades, reinventan su entorno desde el cariño, la innovación y la memoria. Sus voces son puentes entre generaciones, entre tradición y futuro.

Lo que tienen en común no es la fama, ni la fortuna. Es algo más profundo: el compromiso con un territorio que los define y al que, de una forma u otra, deciden devolver vida. A través de sus palabras, el rural habla. Y si escuchamos con atención, descubriremos que no solo resiste: también sueña.

Scroll al inicio