¡¡¡ Pero por qué se me ocurriría ir a los chinos !!!

Manuel Guisande

Manuel Guisande

En una ocasión conté que esto de los chinos es mucho. Van a un país que no dominan el idioma, abren un local, y en vez de tener una o dos cosas para vender y no liarse… pues nada, tropecientas mil; claro como los que se lían no son ellos, que eres tú… le va a preocupa ahora al chino eso.

Pero yo en el fondo, pero muy en el fondo, los entiendo porque ¿qué es para un chino tener, por ejemplo, 1.000, 2.000 o 4.789 cosas distintas cuando ellos son más de 1.300 millones…?, pues nada. Estoy seguro que ellos hacen una proporción, extrapolan números, hacen una regla de tres, chinos/ objetos, y se entristecen, les sale a deber, que ya solo en la región de Jiangsu (os lo juro que no vuelvo a ver un mapa de China) hay 300 millones de pavos.

Pero claro, para nosotros que rondamos los 50 millones de españoles; o sea, 1.255 millones de chinos menos, pues en esos locales tienen de todo y de sobra. Y tú entras en uno, preguntas por lo que sea y la frase es «palante palante». Y sigues palante palante, y cuando ya estás palante palantísimo y ya preguntas a gritos que dónde está lo que buscas oyes que «¡¡palante palante!!»; pero compruebas que no pude haber más «palante», que salvo que hayan excavado ilegalmente un túnel y tengan tiendas bajo el suelo… que te dicen dónde esta la puerta para ir al subterráneo o que la tienda se acabó.

Pues en ese palante que ya ni veía la puerta de entrada estaba yo buscando plastilina. Y mira que me lo dije al entrar: «Pero Guisande, cómo van a saber estos tíos tíos lo que es la plastilina…, ¡¡¡¡cómo lo van a saber ¡¡¡, ¡¡¡co-mo-lo-van-a-saberrrrrr!!!. Tú por ahorrar… ».

Pues después de media hora siempre palante palante palante encontré la plastilina; pagué 80 céntimos, salí a la calle, abrí el bote y de los primeros que me acordé al tocarla fue de los mineros de Gijón porque deber ser un trabajo duro ese de romper la roca… pues como la piedra estaba la plastilina: petrificada, solidificada, fosilizada. No había quien la moviera. Hombre, ir a reclamar 80 céntimos… pues no, no era el caso, pero que me dieron ganas de entrar y preguntar si con el bote de plastilina venía una apisonadora, pero una apisonadora de verdad para moldearla…

Sin dedos me quedé Os lo juro que sin dedos me quedé en el intento de darle forma a aquellos taquitos de colores, que al final terminaron pues donde termina el 90% de las cosas que compras en los chinos, todas esas cochinadas, en palante, digo en la basura.

 

Manuel Guisande

http://manuelguisande.wordpress.com/

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