Manifiesto de una Argentina Cualquiera

Drusila

Drusila

Y… Todo pasa, hasta el increíble sainete de las elecciones en Argentina.
Nosotros, ciudadanos del llano, asistimos asombrados a situaciones que de darse en un film, rechazaríamos por sobre actuado.
Entre bastones de mando, honores, cuentas bancarias vaciadas, marchas, contramarchas, caprichos histéricos, inflación, inseguridad, insultos, descalificaciones, ocultamiento, mentiras, militancia desaforada, ofensas, el día 10 de diciembre, finalmente, asumió el nuevo presidente.

Llegamos todos agotados, aplaudiendo que podemos seguir con nuestra complicada vidas tratando que no se nos la complique más desde las altas cumbres del poder.
Nos conformamos con eso, tratar de vivir como podemos, evitando tanto veneno que se desparrama desde las instituciones que deberían, justamente, dedicarse a lo contrario.

Mientras tomo mate, cambio de canal en la TV, escucho, veo, reflexiono.
Y va mi propio manifiesto personal, sabiendo que si no gusta no me incomoda, ya que poco y nada me ha gustado a mí el comportamiento y decires de los políticos argentinos.
No quiero ni necesito iluminados, o fundamentalistas, o aprovechadores, o delincuentes.
No quiero ni necesito gentes que me digan que debo pensar, a quien rechazar o a quien seguir incondicionalmente.
No quiero ni necesito auto ungidos salvadores que reparten dádivas y adoptan posturas de insólitos profetas del beneficio propio.
No quiero ni necesito que me obliguen a venerar a nadie, ni agradecer nada que es deber esencial de los funcionarios generar.

Quiero y necesito administradores que se limiten a, justamente, administrar mis impuestos de manera tal que:
Cualquier compatriota tenga acceso a un sistema de salud de excelencia.
Cualquier compatriota tenga acceso a estudiar libremente de acuerdo a sus capacidades, sin ser «adoctrinados».
Cualquier compatriota tenga derecho a desarrollarse en su profesión y trabajo de acuerdo a sus capacidades, y no gracias a determinada militancia.
Cualquier compatriota tenga derecho a desplazarse libremente.
Cualquier compatriota tenga acceso, mediante su trabajo honesto, a bienes propios.
Cualquier compatriota tenga derecho sobre sus bienes.
Cualquier compatriota tenga derecho a seguridad sobre su vida y bienes.
Cualquier compatriota tenga derecho a pensar como quiera, siempre y cuando no atente sobre los derechos de los demás.
Cualquier compatriota tenga derechos humanos, independientemente de ideologías.

Dicho esto, y empecinada en jamás agradecer a los funcionarios cuya obligación es brindar no sólo lo antes enumerado, si no mucho más, como nadie piensa en agradecer a los empleados que se limitan a cumplir con sus obligaciones ya que por eso reciben su sueldo, no voy a hincarme ante ningún político.

No apruebo la catarata de diatribas a los empleados públicos que asumen, porque tengo en claro que deben ser solo eso, empleados públicos.
No apruebo el fanatismo de los que desalojan sus puestos de trabajo, no apruebo palabras tales como «resistencia», «enemigos», «gracias por lo recibido» y demás.

Hastiada de tanta estupidez ajena cuando apenas si se puede con la propia, sigo tomando mate, gracias.

Sonia Drusila Trovato Menzel

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