Leyenda urbana: del tatuaje a la heroína

Drusila

Drusila

Voy a contar una leyenda urbana inquietante.

Se inicia en la década de los ochenta cuando arriba a Europa, vía contrabando, un formidable lote de drogas inyectables.

Pero, los narcotraficantes se toparon con la sorpresa de que su mercancía era muy difícil de vender. Pocos compraban ese tipo de drogas.

Es de imaginar que los narcotraficantes tienen gran iniciativa comercial, no aceptan fracasos, entonces contrataron eminentes psiquiatras y psicólogos que rápido hallaron el motivo que trababa el monumental negocio.

El miedo, tan simple como el miedo, el miedo irracional e infantil a la aguja, miedo a la jeringa, a la gota de sangre y a la introducción de un líquido directo a las venas.

La aguja se irguió, irónicamente, como un muro impenetrable.

Estaba bien entrado el mediodía y el pescado seguía sin venderse, estos oscuros y brillantes mercaderes no se amilanaron.

La leyenda dice que más rápido se movieron que antes, y contrataron un pequeño batallón de más psicólogos, empresas de marketing, formadores de modas, especialistas en sociología, publicistas y cuanto bicho que camine. Y, en ciclopeo trabajo conjunto elaboraron una solución genial.

Problema: ¿Como vencer el miedo a una aguja?. Solución: Cientos de agujas.
Si, el Tatuaje.

En exclusivas playas, en determinados círculos culturales, en ciertos ambientes de movida intelectual, aparecían pieles tatuadas, marcando la tendencia, claro. El tatuaje paso de ser un elemento tribal, o carcelario, o marginal a brillar como toda una actitud y filosofía de vida.

Jóvenes y no tanto, deseosos de verse distintos, contestatarios, o llamar la atención, compraron rápidamente esa moda, accedieron a pincharse y sangrar, y una vez roto el dique los pinchazos llegaron a extremos, perforaciones en todo el cuerpo, y todo es todo.

Ahora bien, ¿quien iba a temerle a una humilde aguja?.

La droga almacenada, dice la leyenda, se vendió por fin, y con tanto éxito que el mercado recién inventado pidió más y más, y así se fundo la ruta que llega a las venas de miles de personas.

Este cuento trae a cuento otro cuento, ubiquemos en los finales de la década de los sesenta, guerra en Vietnam, y manifestaciones multitudinarias en favor de la paz.

Toda una generación americana y europea cuestionando, cambiando, rompiendo esquemas,pero, casualmente cuando la ola se alzaba imparable, aparecieron nuevas y poderosas drogas.

Aseguraban visiones cósmicas trascendentes, rápida adicción y muerte prematura.

La era de Acuario, los manifiestos, la revolución terminaron agonizando sin darse cuenta, en un mundo multicolor de fantasía, devorados limpiamente por bestias en las sombras.

Claro, son sólo leyendas urbanas, cuentos, mentiras.

Porque si fuera cierto, que aterrador imaginar hasta que punto la sociedad es manipulada por mercaderes, que nos moldean a usted, a mi, a nuestros padres, a nuestros hijos…

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