La Leyenda Ancaresa de ‘la Corza Blanca’

Corza Blanca

Este relato se ha referido con cierta frecuencia, puesto que narra un hecho extraordinario y agradable para quien ose escucharlo. No en vano, el literaro y poeta romántico sevillano Gustavo Adolfo Bécquer se inspiraría posteriormente en él para hallar un magnífico argumento (lo que aprovechó al objeto de construir un cuento famoso titulado precisamente “La Corza Blanca”).

En el seno de este anecdotario cultural e histórico cabe aludir a la teoría que mantiene que el gran y escritor cumbre de la lengua castellana, D. Miguel de Cervantes, procedería del linaje de los señores del Castillo de Doiras (puerta de entrada hacia una amplia zona del municipio cervantino y lucense, que comprende- entre otras- poblaciones tales que Cela, Donís, Degrada, Piornedo, Castelo de Frades,… En este sentido, sin afirmar ni desmentir nada, recuerdo aún los apuntes, “romanzas” y sucesos revelados por miembros de mi saga materna en torno a un personaje variopinto y poderoso en aquellos lares: D. Antonio do Río. No es extraño, pues, que la tradición de caseros, sirvientes, foreros y campesinos con cargas se haya extendido incluso más allá de mediados del anterior siglo.

En la redacción del texto mágico-simbólico-imaginario se incluyen algunos tópicos que identifican los elementos retóricos que contiene. Así:

– el fuego (“o lume de lareira”) prorroga sus efectos durante la totalidad de las largas noches de invierno. Esta costumbre necesaria y ancestral tendría su motivación en varios factores: el conservar el calor del hogar (a última hora se empleaban las “garrochas” o raíces y los troncos más gruesos a fin de extender temporalmente el vigor de la hoguera), el socorrido de ahuyentar y alejar los malos espíritus y otros tipos de encantamientos perversos y, en los postreros años, también con la función de iluminar las estancias mínimamente o cocinar o calentar el café u otras bebidas reconfortantes.

– el color blanco es exponente de pureza, sentimiento noble, santidad inmaculada,… La corza “blanca” nos traslada hacia una idea de libertad inocente, de sufrimiento de una injusticia, de desprotección ante la terca realidad,…

‘LA CORZA BLANCA’ (transcripción):

Cuenta la tradición oral popular que en la Comarca de Os Ancares, en el entorno del Castillo de Doiras, una bella muchacha desempeñaba las labores de sirvienta en una casa de “posibles” o adinerada. Se dio la circunstancia de que, sometida a los hábitos y destinos casamenteros, se le había impuesto esposarse en “matrimonio de conveniencia” con un galán de mejor posición. Pero ella, en realidad, amaba a otro joven que no era aceptado por la comunidad o “componenda” social.

Ante esta situación, la doncella se fugó de la hacienda donde trabajaba y, con tan mala suerte, los avatares de su huida acabaron con su vida. Ante su desaparición sospechosa e imprevista, un hermano suyo decidió salir en pos de ella y la buscó sin desmayo. Todo lo que encontró fue una Corza Blanca muerta. Con una curiosidad notable se acercó al infortunado animal y le cortó una parte de una pata, a guisa de trofeo sentido y único galardón. Introdujo y acondicionó este apéndice en su zurrón mas, cuando retornado a sus pagos se disponía a abrirlo, observó con incredulidad y espanto que lo que había transportado se semejaba a una mano. Una mano suave, hermosa y cándida: la de su Hermana.

Como se ha podido comprobar, esta clase de narraciones de base popular lleva ínsitas otras normas o reglas consuetudinarias: la peculiar “manda” gallega, el “pretender” a una novia (moza) con prestancia el hermano mayor o heredero principal, el retraso de un área recóndita con una endogamia generalizada no ha demasiado, las aparcerías, foros, subforos, arriendos,… del derecho rural galaico,… Tal vez sea preciso profundizar sobre tal cuestión e investigar.

Una colaboración de nuestros amigos de ElEcodelBierzo.-M. B. T. G.

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