De los productores de ‘Vamos a… ‘ y ‘Tú más’, ahora llega ‘Sí pero,…’

 

 

Dejando a un lado los comportamientos de la mayoría de los políticos de este país y, como no, también de El Bierzo, hoy quiero hacer más hincapié en los reiterativos ‘mensajes vs arengas’ que campaña tras campaña lanzan ‘a las masas’ como vulgar cebo creyendo que alguien se los puede creer a estas alturas.

Que el ADN de nuestros políticos es objeto de estudio en muchas universidades (sarcasmo) es un hecho. Pero lo más preocupante es que son conscientes, y si no lo son se lo intento mostrar yo en este artículo, de que la comunicación con el ciudadano ha llegado a un punto que, si no de risa, es claramente cansina y diría yo que insultante.

‘Vamos a … esto’, ‘Vamos a … aquello’, ‘Vamos a …..’.

 

Gran invento de los discursos políticos el emplear la primera persona del plural ‘nosotros’.

Por un lado quieren mandar al ciudadano mensajes de que ‘todos somos iguales’, ‘que todos remamos en la misma dirección’, ‘que depende de todos el conseguir una meta’.

Por otro lado, este nosotros se une al componente de la ‘fe cristiana’ de la autoculpa. El que recibe el mensaje se cree copartícipe del éxito y del fracaso de lo que le dicen. ‘Vamos a mejorar la Sanidad Pública’. Si se consigue, medalla que se ponen los políticos, componentes únicos del éxito. Si no se consigue, entre todos íbamos a mejorarla, pero no ha podido ser, con lo que se produce un mentalmente un reparto de la culpa de ese fracaso. Si en su comunicación política hubiera dicho determinado candidato electoral ‘Voy a…’, en caso de fracaso o incumplimiento, ¿quién sería el culpable?

Esta forma de compartir los fracasos con la ciudadanía es un arma muy manida en la comunicación política. Pero, como no toda la ciudadanía quiere participar del fracaso, es cuando el político de turno recurre a otro tópico, como si se tratase de la segunda parte de una mala película. Es el momento del ‘Tú más’, lo que supone el empleo del reproche al adversario como forma de defenderse del fracaso, de compromisos incumplidos y, en definitiva, de escurrir el bulto.

‘Fuimos elegidos y vamos a ….., pero por culpa de ….., no se pudo alcanzar nuestra ‘noble’ meta’. No ha sido nuestra culpa.

 

El mensaje que quiere transmitir el político es que él ha puesto todo de su parte pero que ‘todo se ha puesto en su contra’, ‘se han conjurado los astros’, para que no se materialicen sus promesas electorales. Una herramienta comunicativa con la que busca recuperar a aquel votante que confió en sus promesas hace cuatro años y que ahora, visto su incumplimiento, se dispone a realizar ‘el voto de castigo’.

¿Disculpas de mal pagador? Pues probablemente sí.

Lo que sí puedo transmitir a cualquier político que lea este artículo tras más de dos décadas vinculado al mundo de la comunicación es que todo lo que viene en una frase detrás de un ‘pero’, es algo que no importa al ciudadano.

En toda campaña electoral se mezclan los dos tipos de comunicación según sean partidos que optan a la reelección o los que quieren conseguirla por primera vez.

Los primeros son más del ‘Tú más’ acompañado del ‘Sí pero,…’; mientras, los segundos, son más partidarios del ‘Vamos a….’ y del ‘Tú más’.

 

El verdadero mensaje en la comunicación política debería ser el de poder demostrar al votante potencial una capacidad de autocrítica que le permitiese reconocer errores, mejorar en sus cometidos, no incumplir promesas y dejar meridianamente claro lo que haría en caso de ser el candidato elegido. El ciudadano podría poner en una balanza al final de la legislatura el porcentaje de lo que se ‘iba a hacer’ y de ‘lo realizado’, facilitando incluso la participación ciudadana para que el ‘electo’ indicase el por qué no ha podido cumplir todo lo arengado en su día.

 

Pero eso exige una dosis de valentía del que el perfil político actual carece.

 

Memoria política

Si hacemos un ejercicio de memoria política del último medio siglo, los políticos que más nos vienen a la mente o que consideramos que han sido ‘políticos de verdad’ son muy pocos, con independencia del color ideológico, factor secundario en este caso. Y ojo, bajo la premisa de que todos los políticos durante su ejercicio han tenido ‘luces y sombras’.

Todos aquellos de los que nos acordamos han demostrado a lo largo de su ejercicio un toque de ‘valentía’, ‘honestidad’, ‘coherencia’, ‘responsabilidad de lo dicho y hecho’,… pero no por el uso de palabras grandilocuentes vacías siempre, sino de palabras y hechos que han permitido al ciudadano el observar las cualidades anteriormente indicadas.

Se les exige un toque de valentía, un paso al frente, por algo quieren representar a los ciudadanos, deben ser ejemplo en todo momento de lo que se considere correcto y adecuado. Y, todo eso, deben ser capaces de plasmarlo en su comunicación al votante, en su discurso político.

Se me viene a la mente en estos momentos una frase que se ajusta a la perfección a nuestros políticos actuales: ‘el cementerio está lleno de valientes’. El miedo a aparecer en el cementerio político, acobarda.

Por eso les quiero recordar una cosa: ‘los valientes, con independencia de la ideología política, siempre serán recordados, diría más, serán respetados por los votantes de cualquier partido, fallezcan más temprano o más tarde en el mundo político’.

¿Cómo prefieren ser recordados?

Lo dejo su elección y comuníquenselo a los votantes para que puedan ejercer su voto en consecuencia.

Un consejo:

¡¡Sean valientes!!

 

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