Chantal Maillard, una búsqueda de la conciencia

 «La mente debería mantenerse en el corazón mientras no haya alcanzado el Más elevado fin. Eso es sabiduría, y eso es liberación. Todo lo demás no son más que palabras» Maitri Upanishad, 6.24 “Creo que en realidad los poetas viven entre el espacio que hay entre las palabras; en esa intemperie al aire libre dejándose azotar por elementos, sólo así y conociéndolos de primera mano podrá limpiar y devolverlos al mundo de otra manera” Quizás estas palabras del poeta, Jesús Aguado, nos ayuden a comprender la obra de Chantal Maillard.

 

Nacida en Bruselas en 1951 de padres belgas, permaneció en Bélgica hasta los 13 años y a los 17 adquirió la nacionalidad española. Ha vivido un año en Benarés (La India) en cuya Universidad se especializó en filosofía y religión indias. Doctora en filosofía pura y profesora titular de Estética y Teoría de las Artes en el departamento de Filosofía de la Universidad de Málaga. Ha colaborado en críticas de filosofía, estética y pensamiento Oriental en el suplemento cultural del diario ABC y actualmente lo hace en el País. Ha cultivado la prosa poética en “Filosofía de los días críticos. Diarios 1996-1998”  (Pretextos-2001) 48 ghats, la primera parte, es un peregrinaje o vía crucis por la orilla del Ganges. La segunda, Diario de Benarés, describe el itinerario de una conciencia observadora que acaba siendo objeto de su propia observación y como ensayista, “El monte Lu en lluvia y niebla”, “Maria Zambrano y lo divino” (1990)  Respondiendo a una pregunta de la escritora Susana Guzner sobre ¿A que huele Benarés? ¿y Málaga? ¿Recuerda los aromas de Bruselas?

“Sí, cada lugar tiene sus olores. La memoria olfativa es la más fuerte, según creo. Benarés huele a innumerables cosas: a zotal, a petróleo, a boñiga, a aguas residuales, a cielo húmedo, a pétalos de flor de caléndula, a betel, a incienso, a té con leche a especias… Todo eso se mezcla dando como resultado un olor muy especial”

Al leerla estas leyendo a alguien que te cuenta la realidad de un país a través del sentimiento que se va dejando según te vas alejando de él, aunque a este nunca lo olvides. Por que todo lo bueno y lo malo. Lo real. Nos guste o no lo mantenemos en nuestra mente como si nunca lo hubiéramos perdido. Esos sentimientos que nadie encuentra pero que todos tenemos sin excepción los llevamos dentro.

Y si hablamos de sus cuadernos no lo hacemos de unas crónicas de viaje, sino que según la autora dan cuenta los mismos de un punto de vista, o más bien de un punto de estar. De su estancia allí y de su interés por integrar las distintas vertientes de la experiencia humana, fueron fruto el libro de poemas, “La otra orilla” (1990) Además, “La razón estética (1999) y Rasa. El placer estético en la tradición india” junto a Óscar Pujol con un prólogo del profesor Raimón Panikkar.

En 1987 ha recibido el Premio Leonor de poesía por el libro “Semillas para el cuerpo”, escrito conjuntamente con Jesús Aguado. Premio Nacional de poesía 2004 por “Matar a Platón” Se trata de escribir “para no mentir/ para dejar de mentir con palabras abstractas, matando esa tradición del pensamiento/ para poder decir tan solo lo que cuenta” Y en efecto, la escritura rodea ese instante, lo acecha, lo multiplica, lo despliega en un juego de espejos, de imágenes, de miradas. A lo que apunta: “En los conceptos las cosas están congeladas. No las vemos, las reconocemos. Por eso es preciso eliminar las palabras en algún momento, emborronarlas para así poder ver las cosas de nuevo. Por supuesto habremos de volver a nombrarlas: sólo limitando una parte de la totalidad puede algo aparecer como algo”

¿Y, en Husos, Notas al margen, (2006) como ella misma lo define: “Una teoría de la mente que se construye con el material de la propia vida; una topografía de los espacios mentales en los que se ubican las emociones y los estados de ánimo, reducidos a connotaciones sintomáticas de imágenes más o menos perdurables. El observador ya presente en los Diarios indios, aquí, en una vuelta de tuerca más va elaborando el método. Un método para ver, para controlar, para sobrevivir. Al observador le interesa conocer el mecanismo de las imágenes, su proceso de decantación, sus fisuras”

Se titula: Hilos (2007) Y leemos: Llegar a otro. Sin / Otro. Sin llegar a. / No apretar los dientes. /Soltar la presa. Sin. Es una poesía despojada de su naturaleza en donde se encuentran todos los fragmentos del yo: sus profundidades y sus mecanismos, sus lugares y sus imágenes, fragmentos que sólo adquieren sentido mediante los hilos que los unen y sin los cuales serían destellos inconexos. A Hilos le sigue otro poemario, Cual, donde el sujeto reducido a una extrema escualidez, recala en el anonimato de “Cual” palabra genérica (“Cual podría ser cualquier persona, todos nosotros) y busca vías precarias para seguir existiendo. También ha reunido a un grupo de estudios, dando lugar a: “El árbol de la vida. La naturaleza en el arte y las tradiciones de la vida” (Kairos-2001) como no podía ser de otra manera. Y su obra más reciente: “Bélgica” (Pretextos) Un libro quizás en donde vuelve a sus orígenes y recuerda al lector ese pasado  que en ocasiones –por circunstancias-, intentamos ocultar. Y que forma parte de ese otro viaje que es el interior.

  

Artículo elaborado por Maria Parente y Roberto Carlos Mirás

Maria Parente y Roberto Carlos Mirás

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