La injerta de la vid tradicional, a punto de desaparecer

  • Jesús Fernández Macía es uno de los viticultores que siguen realizando el proceso de forma manual como antiguamente

Suso Fernández

 

Jesús Fernández Macías es un viticultor de A Rúa que sigue realizando la injerta de la vid tradicional, a mano, para hacer injertos de todo tipo de variedades que, precisamente estos días,  ya está arrancando para la replantación de sus  viñedos.

Labor de recogida

 

Esta labor del campo artesanal que casi ya nadie realiza (teniendo en cuenta que el proceso se ha mecanizado en los viveros) la heredó de su padre, Adolfo Fernández, que en el pasado se dedicaba a ello para la venta de injertos contando con una clientela con una antigüedad de más de 50 años. “Yo aprendí de él, desde que era pequeño. Ahora, lo hago sólo para uso propio, para mis viñedos”, aclara.

Suso Fernández cuenta que el proceso de la injerta “es duro pues es todo a mano. Hay que cavar la tierra para recoger los injertos”, explica, siguiendo así al dedillo  la tradición.  No emplea máquinas, ni siquiera la ya tan extendida  parafina (esta última se emplea para las sellar las “heridas” de la injerta, de modo que no le entre aire). “Hoy en día hay viveros muy profesionales con personal  que arranca los injertos con máquinas, están preparados y con medios específicos. Pero a mí me sigue gustando hacerlo a mano y sin parafina”, expone.

Este viticultor de A Rúa  continúa realizando esta labor del campo por amor a la tradición y, prácticamente, como una afición pues emplea los injertos para autoabastecerse, es decir para la replantación de sus viñedos, además de regalarlos a familiares y amigos.

 “Antiguamente se hacían para vender, principalmente en las ferias. Hoy en día ya quedan muy pocos que hacen todo el proceso a mano pues se ha mecanizado y muchos de los injertos vienen de Italia, Valencia etc. Yo lo hago para conservar una tradición que se perderá, o que ya murió,  pues ya no hay prácticamente quien lo haga a mano pues ya no es rentable”, dice Suso Fernández.

Este viticultor se afana estos días en la recogida de los injertos con la ayuda de un vecino, Félix Nogueira. “Los injertos son autóctonos, godello, treixadura, torrontés, mencía, entre otras muchas variedades”, detalla.

Suso Fernández, en el proceso de recogida de injertos con la ayuda de Félix Nogueira

 

El proceso

Cuenta que el proceso de injerta consiste en “injertar el patrón, es decir la variedad que se desee ya sea godello, mencía u otras, en el bravo”.  Consiste en unir las dos púas o la inserción de una en otra (patrón-bravo).  Pasados unos meses, se  recogen de la tierra y se realiza una selección para descartar los  injertos que no sirven. Y a continuación ya se replantan en los viñedos.

Un buen puñado

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