Norte: Cambio y continuidad en el medio ambiente rural

En el norte de España, donde los paisajes verdes son parte de la identidad colectiva, las comunidades rurales están enfrentando un doble reto: preservar lo que siempre ha sido suyo y adaptarse a los retos del presente. La sostenibilidad ya no es un discurso ajeno, sino una práctica cotidiana que se entrelaza con la tradición.

Comarca de Saja-Nansa (Cantabria)
Fuente: TuriCantabria

Energía renovable desde el territorio

El municipio de Allariz (Ourense) se ha convertido en un referente de sostenibilidad gracias a su apuesta por las energías renovables, la biomasa local y una planificación territorial responsable. Su plan de sostenibilidad lleva en marcha más de una década, y ha recibido reconocimientos europeos por su coherencia ecológica y eficiencia energética. Más allá de las instalaciones, lo importante ha sido involucrar a la ciudadanía en un modelo de convivencia armónico con el entorno.

En Cantabria, varios municipios integrados en la Red de Municipios por la Sostenibilidad (CIMA) promueven el uso de calderas de biomasa comunitarias y autoconsumo eléctrico solar, especialmente en escuelas y centros sociales.


Agricultura y ganadería regenerativa

En el valle de Karrantza (Bizkaia), la ganadería extensiva se está reconectando con prácticas regenerativas que ayudan a mitigar el cambio climático. Explotaciones como las de la Asociación de Criadores de Euskal Oiloa (la gallina autóctona vasca) fomentan razas locales y manejos que preservan la biodiversidad, a la vez que reactivan la economía de montaña.

También en Asturias, iniciativas como «Granja Escuela Palacio de Granda» apuestan por un modelo circular: cultivos asociados al estiércol de los animales, cero uso de químicos y educación. Este modelo permite integrar la economía local con la salud del ecosistema y de las personas.


Gestión forestal consciente

En Galicia, la Asociación de Desenvolvemento Rural Montes e Vales Orientais, que agrupa a varias comarcas lucenses, trabaja con comunidades de montes en mano común para cambiar el enfoque de la gestión forestal. Frente al monocultivo de eucalipto, promueven la diversificación con especies autóctonas como castaños y robles, revalorizando la producción de madera, setas y otros productos silvestres.

En el Parque Natural de Fuentes del Narcea (Asturias), algunos concejos como Cangas del Narcea promueven acuerdos de custodia del territorio en colaboración con ONGs ambientales, lo que permite mantener los usos tradicionales con una visión a largo plazo.


Participación local y educación ambiental

Otro elemento clave en este proceso ha sido la participación comunitaria. En la comarca gallega de A Mariña lucense, la Asociación Mariña Patrimonio ha impulsado campañas para recuperar caminos tradicionales, fuentes y paisajes agrícolas con el apoyo de voluntarios y escolares. Además de conservar el entorno, han creado materiales didácticos para transmitir el conocimiento local a las nuevas generaciones.

En la comarca de Saja-Nansa (Cantabria), la Fundación Botín apoya un programa de desarrollo rural sostenible que incluye formación en emprendimiento verde, buenas prácticas agrícolas y gestión del agua.


Conclusión: un equilibrio delicado

La sostenibilidad en el norte de España no es una utopía lejana, sino una serie de gestos cotidianos: aprovechar mejor los recursos, reducir el impacto de las actividades económicas y fortalecer el vínculo con la tierra. En cada aldea que decide calentar su centro social con astilla local, en cada joven que regresa para emprender una granja ecológica, o en cada familia que apuesta por conservar un bosque, late la esperanza de un futuro donde el cambio no sea destrucción, sino una forma de continuidad.

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