La Ribeira Sacra, esa joya escondida entre el Sil y el Miño, es más que viñedos heroicos y paisajes de postal. Es una tierra que guarda secretos antiguos, donde las historias caminan entre la bruma y se susurran al borde de los cañones. Las leyendas aquí no son sólo cuentos: son la memoria colectiva de un territorio que respira misterio y espiritualidad.
Entre monasterios y ecos del pasado
No es casualidad que la Ribeira Sacra esté sembrada de monasterios. Desde Santo Estevo de Ribas de Sil hasta San Pedro de Rocas, muchos de estos lugares fueron elegidos por su energía telúrica, sus vistas sobrecogedoras y su conexión con lo sagrado. En torno a ellos, han nacido todo tipo de historias.
Se cuenta que, en noches de luna llena, aún se puede oír el canto de monjes que caminaron por aquellos claustros siglos atrás. Que los muros de piedra guardan rezos olvidados y que ciertas puertas nunca deben abrirse, salvo cuando el silencio lo indique.
La Santa Compaña en los senderos del Sil
Una de las leyendas más presentes en la tradición oral gallega también tiene eco en la Ribeira Sacra: la Santa Compaña. Esta procesión de almas errantes, envueltas en sudarios y portando velas, avanza por los caminos en busca de vivos para llevar al más allá. Quienes la han visto dicen que el aire se vuelve denso, que los perros aúllan y que el silencio lo envuelve todo.
En aldeas como Parada de Sil o Castro Caldelas, muchos aún recuerdan con respeto las recomendaciones de los mayores: no salir de noche sin cruz, no responder si te llaman desde el bosque, no mirar atrás si sientes una presencia.
Ouro e serpes: tesoros que encantan
Las historias sobre serpientes gigantes que guardan tesoros ocultos también son parte del folclore local. En varias laderas del cañón del Sil, se dice que hay cuevas donde habita la “serpe encantada”, custodia de joyas o reliquias antiguas. Sólo aparece durante la noche de San Juan y sólo quienes superan el miedo pueden verla sin perder el juicio.
Estas leyendas, transmitidas de abuelos a nietos, reflejan el vínculo de la comunidad con la naturaleza como algo que inspira respeto, temor y admiración a partes iguales.
Fuentes milagrosas y montes con alma
En la Ribeira Sacra hay fuentes que curan y piedras que hablan. En Pantón, por ejemplo, se dice que la “Fonte da Virxe” ayuda a quienes desean tener hijos. En Chantada, hay rocas con formas que parecen talladas por manos antiguas, marcadas con símbolos celtas que nadie ha sabido descifrar del todo.
El monte medra con la tradición. Hay árboles a los que no se puede cortar porque están protegidos por “espíritos da fraga”, guardianes invisibles que castigan la codicia y premian el respeto.
Una cultura viva y contada
Muchas de estas historias siguen vivas gracias a la tradición oral, pero también al esfuerzo de colectivos que están recopilando este patrimonio intangible. Desde asociaciones culturales hasta grupos de teatro popular o iniciativas escolares, la Ribeira Sacra está redescubriendo su alma mágica y ancestral.
Proyectos como los de la Fundación Xosé Soto de Fión trabajan para que estos relatos no desaparezcan. Lo hacen a través de rutas teatralizadas, publicaciones, podcast o archivos de vídeo que recogen las voces de quienes aún recuerdan cómo se contaban las leyendas hace más de medio siglo.
Más allá del vino, una tierra de historias
Aunque hoy la Ribeira Sacra sea famosa por su vino, su belleza y sus monasterios, su mayor tesoro sigue siendo ese universo simbólico que late bajo cada piedra, cada camino y cada rincón cubierto de musgo.
Las leyendas no sólo forman parte del pasado. Siguen vivas en quienes creen en la fuerza de la tierra, en los rituales heredados, en el poder de una buena historia. Porque en esta tierra, donde los ríos se abren paso entre montañas, los mitos siguen teniendo casa.
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