El Lenguaje del Cosmos

Drusila

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La Matemática es un proceso visual de análisis de la naturaleza, es decir, en ella esta implícita la naturaleza, podemos decir que enlaza reglas que funcionan desde lo más pequeño hasta lo mas grande, el ser humano la descubre y representa con un modelo ideal, «Idea» y, con el paso de los siglos ese modelo crece a umbrales que no son visibles para el hombre, ni en su entorno, ni siquiera en su estructura cerebral, pero las reglas siguen siendo claras y exactas.

 

Por ejemplo, calculo infinitesimal, en términos matemáticos, es casi la nada misma, el cero es la nada, el infinito es inimaginable, imposible imaginar, pero están.

En los albores de la humanidad se hizo necesario aprender a contar, era vital saber cuantos miembros formaban un clan, cuanta leña se necesitaba acumular para pasar el invierno, cuantas reses, cuanto grano, y cuantas lanzas tenía el rival.
Hablando del génesis de la matemática, el hombre antiguo utilizó literalmente lo que tenía a mano, el mismo termino «dígito» nos cuenta la historia, ya que el primer sistema simple de numeración está basado en la utilización de los dedos, diez, sistema decimal.
Sin duda, otros pueblos extendieron las cuentas a los dedos de los pies, tanto celtas, normandos, mesoamericanos, utilizaban el sistema vigesimal.

El surgimiento del sistema duodecimal, utilizar docenas, tiene variadas teorías, entre las más probables puede haber sido la utilización de las falanges de los dedos, omitiendo al pulgar, o contar los cinco dedos de cada mano más los puños cerrados.
Como sea, la docena fue y es práctica ya que es divisible por uno, dos, tres, cuatro y seis partes.
Obviamente, en el comercio, la utilización de números se tornan mas complicados, porque intervienen otros factores para valuar los bienes a intercambiar, como ser el esfuerzo cuantificado para lograr determinado producto. O su rareza.
De todas maneras, estamos hablando de números «naturales».

La observación atenta de la perfecta sincronización de los fenómenos tanto celestes como terrestres,produce un quiebre entre lo descriptivo y lo inferencial. El predecir.
Al observar, documentar, deducir, y estudiar un hecho, comprobar que en determinado período ciertos ciclos se repiten, brinda al hombre nuevas y poderosas herramientas, entre ellas lo que milenios después pasó a llamarse estadística.

Ahora bien, tenemos un carnero asado a repartir entre siete comensales, se puede considerar el tamaño de los invitados, la importancia de cada uno de ellos, pero si queremos ser equitativos o no causar una guerra de clanes, debemos dividirlo en partes iguales. Esto da origen a números fraccionados, o racionales. Los cálculos lentamente se van haciendo más complejos.

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Y, dicho esto, la palabra cálculo proviene del latín, significando «piedra». Ergo, nos lleva a las grandes construcciones.
Hace mas de cinco mil años, presumiblemente en Egipto y Mesopotamia, surgen cálculos de áreas, volúmenes, peso, y, geometría. Todo eso se aplicó a esas magnificas construcciones con tanta pericia que aún hoy las vemos en pie.
La geometría alcanza su cenit luego con los griegos, geo metria, la medida de las cosas de la tierra. Si bien las figuras geométricas simples son antiquísimas, atractivas y simbólicas, utilizadas una y otra vez para representar ideas de corte místico o hasta territorial.

Se puede inferir que la figura geométrica fundacional es el círculo. Ya que es lo primero que ve el humano al alzar la vista al cielo, el Sol, y, cíclicamente durante la noche, la Luna llena.
Fácil de dibujar, solo se trata de clavar una estaca, atarle un extremo de un cordel y con el otro extremo atado a un cincel, o palo, y solo tensando el cordel girar marcando la superficie.
Un compás elemental, que no solo dibuja un circulo perfecto, además nos marca su centro.
En un papiro del 1800 a.c. esta el numero Pi, que es la razón entre el perímetro del circulo y el diámetro.
No importa el tamaño del circulo, gigantesco o diminuto, siempre tiene esa relación.

El Fi, en honor de Fidias, es otra constante encontrada en la relación entre el largo y el ancho de un objeto natural, en su patrón de crecimiento, el 1.61803…., número de Oro. No es casual que en la pirámide de Keops exista esa relación entre su altura y arista. Ni en el Partenón, ni en el Guernica de Picasso.
Como tampoco es casual que en una pequeña hoja, en la caparazón de un caracol, la estilizada silueta de un tiburón, la espiral de una galaxia, esa constante se presente.

Y tan poco casual es que quien estudia matemática comienza a encontrar constantes naturales, comienza a leer el complejo lenguaje del cosmos.
Un lenguaje donde no existe una sola geometría, ni un solo sistema numérico, si lo comparamos al alfabeto occidental, el hombre esta descifrando recién la letra A, pero la misma letra le da confiabilidad en física, química, y, lo que es mas importante, muestra que el alfabeto sigue, seguramente infinito, o no.

Cosmos, orden, tiene para quien pueda comprenderlo, sea humano, sea animal, sea originario de otro planeta, todo el material para entenderlo, para «leerlo».
El hombre descubrió una herramienta, la matemática, que ya no trata de la división equitativa de un carnero para no desatar una guerra, ni siquiera de la fricción de un átomo para desencadenarla, está aún en sus primeros pasos, la primera letra, quizá ni siquiera «toda» la primera letra.

Y en esto, se le da la derecha a la frase «en un principio fue el verbo».

 

Sonia Drusila Trovato Menzel (Texto e ilustración) 

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